San Juan Bautista (24-06-2020)


San Juan Bautista, Alonso Cano, Museo Nacional de Escultura, Valladolid
San Juan Bautista, Alonso Cano, Museo Nacional de Escultura, Valladolid

Los santos celebran su fiesta, bueno celebramos nosotros que ellos sólo se dejan celebrar, el día de su muerte que es en realidad el día de entrada al Cielo y la vida eterna luxury.

Los que no somos santos nos pueden tocar unos siglos en el Purgatorio recibiendo purgaciones, de pecados no de vientre, o peor aún el Infierno por los siglos de los siglos, amén.

En esto de cadena perpetua Dios se alinea con la facción más dura e intransigente de la Justicia Divina. Menos mal que Dios es todo amor y misericordia, que si no….

Sin embargo hay tres excepciones a celebrar la fiesta de la muerte de los santos.

Una de ellas es el nacimiento de la Virgen María, estoy hablando, evidentemente, de María de Nazaret, el vientre de alquiler de Dios Padre para echar al mundo a Dios Hijo. Nunca entendí por qué no le había enviado ya criado y con la EGB terminada y preparado para ayunar en el desierto, milagros, discursos y sermones, cenas y clases de cocina, arrestos, torturas, procesos, calvarios… Me hago cruces.

Y por supuesto resurrecciones, más curado que un jamón Joselito, y ascenso a los cielos.

La otra persona de la que se celebra el natalicio, y también el día que nació, es Juan de Aim-Karim, también llamado Juan el Bautista, pero no porque fuera mayordomo de Cristo sino porque le dió por ponerse a bautizar en el río Jordán a todo el que quisiera. Servicio gratuito completo, sólo agua. Si quieres con champú o acondicionador de pelo deberías traerlos de casa o comprarlos a alguno de los comerciantes que aprovechan las concentraciones de masas.

La tercera Natividad es la Navidad, propiamente dicha: el nacimiento del Hijo del Jefe. Pero juega en otra liga porque es inmortal, aunque lo mataron un poquillo, solo unos días. También se celebra aunque no debería porque todos los días el Señor nace en los corazones de los creyentes .

Como es el nacimiento vamos hablar sobre todo de este hecho y pasaremos un poco de puntillas por el resto de su vida aunque es lo más sabroso, que montó un buen belén.

Juan nace en el año uno en Aim-Karim una aldea cercana de Jerusalén y muere en el año 33 también en Jerusalén.

Sus padres eran Zacarías e Isabel, fervorosos creyentes de lo que se creía entonces: Yavhé.
Pero ya ves lo que son las cosas que entre Isabel y su prima María, la de Nazaret, y los retoños van a cambiar el paradigma religioso.

Según nos cuenta Lucas, los otros evangelistas se saltan su infancia y nacimiento y ya nos lo presentan crecidito y trabajando en lo suyo: bautizar.

Zacarías que era sacerdote judío, le tocó un día por sorteo entrar en el Sancta Santorum del Templo a quemar incienso que se elevará hasta Yavhé para orar por los judíos que esperan fuera.
Ya entonces se limitaban los accesos a lugares santos para evitar aglomeraciones.
No se sabe a ciencia cierta si es que puso más inciensos de la cuenta o algún otro tipo de planta con poderes especiales, pero oyó una voz desde arriba del humo que le dijo: «No temas Zacarías tú oración ha sido escuchada y tu mujer dará a luz un hijo que le llamarás Juan».

Y Zacarías, sacerdote de Yahvé, pensó que era una broma que le estaba gastando la peña de los sacerdotes, panda de cachondos, y contestó: «A ver, si no es por no temer, que si hay que temer se teme, pero ¿tú me has visto?, mi mujer es más vieja que pelleja y yo hace años que no meo hacia arriba».

La Visión se cabreó y le contestó: «Pues yo soy el Arcángel San Gabriel, al que manda Yavhé a dar recados y por haber dudado de mí te vas a quedar mudo hasta que se me pase el cabreo”.

Y así fue, salió Zacarías y la gente vio que algo había pasado porque estaba pálido como si hubiera visto un Ángel y/o un Arcángel y ni un hilillo de voz.

Fue a casa y le contó pero señas a Isabel la buena nueva e Isabel se partía de risa pero no se quedó muda ni de piedra.

A poco se tuvo que cambiar las mudas y se dió cuenta de que estaba preñada no porque no le bajara la regla, que hacía tiempo que no pringaba, sino porque sentía la vida en su barriga.

Poco después, a los seis meses, se le presenta en casa, por sorpresa, su prima María, también embarazada y al abrazarse y chocar los bombos el niño que llevaba dentro se pone a dar saltos y volteretas de puro gozo por haberse chocado con el feto del Hijo de Dios.
Parto complicado, menos mal que estaba allí la Virgen porque se podía haber montado la de Dios: el niño vino con varias vueltas de cordón de tanto alborozo.

Es cuando Isabel dice eso que repetimos en el Ave María, Gratia Plena…
Antes, al verla, había dicho aquello de «Qué sorpresa, primita, no te esperábamos, la próxima vez avisa…».

No hubo próxima vez, ni tampoco se hizo una oración con esta frase.

María se quedó con Isabel para ayudar en el parto y cuando el niño nació le llevaron a los ocho días a circuncidarle y como el padre no podía hablar pensaron en llamarle Zacarías Jr. y entonces Zacarías escribió en la tablilla: ‘Su nombre es Juan’.

Inmediatamente recobró el habla que el Arcángel le había secuestrado cual sirenita.

Y se vuelve verborreico y entona el Benedictus que solemos cantar en Laudes, al menos en mi casa que somos muy de cantar: ”Benedictus Dominus Deus Israel».

No hay noticias de la infancia y adolescencia de Juanito pero pensamos que hizo de su capa un sayo de piel de camello y se retiró a los montes y desiertos a meditar.

Papá y mamá le dejaban porque ya sabían que estaba llamado para una misión especial.
Llamada-llamada como tal no tuvo, pero es que en los desiertos hay mala cobertura, y ya con la treintena reaparece con un aspecto atrabiliario dando las aguas.

Posiblemente sus ancianos padres pasaron a mejor vida estando él en el desierto y no tuvo ocasión de verlos, ni bautizarles, ni un viático, ni nada.

Puede que sus padres para protegerle le entregaron a los esenios y permaneció oculto en el cenobio de Qumran donde forjaría su carácter y después aplicaría muchas de las cosas allí aprendidas, bautismo incluido.

Y con 30 años, más o menos, se planta en el Jordán a predicar un bautismo de penitencia. Daba cosica verlo porque vestía sólo una piel de camello, no confundir con un paño de pelo de camello, más fino, y se alimentaba de lo que pillaba: Hierbas, frutas silvestres, raíces, langostas, de las que vuelan, y miel silvestre como extra.

Hay mucha gente que quiere llamar la atención, hacerse de notar, con aspectos estrafalarios para conseguir que la gente les escuche. Éste es un ejemplo claro.

«Yo soy la voz que clama en el desierto, arrepentíos», solía gritar para atraer a la gente.

Y bautizaba a todo aquel que se dejaba. Venían gentes de todas partes porque en aquella época no había demasiados espectáculos de entrada libre, que Juan no pedía ni la voluntad.

Así limpiaba los pecados con el bautizo y un poco la mierda que les adornaba.

Estando en estas llegó Jesús a bautizarse y le colaron en la fila porque el Palomo Dios estaba posado sobre su cabeza y Juan supo que era el Mesías .

«No, no, eres Tú quien me debe bautizar a mí, Señor«, y Jesús le contestó «Haz el favor de bautizarme que me he dado una buena caminata y un poco de agua me refrescará». “Sea», parece que contestó Juan pero según qué evangelista cambian los diálogos, yo transcribo la esencia.

También parece que dijo aquello de «Este es el Cordero de Dios…».

Juan corría delante del Señor preparando su camino, podríamos decir que es como la «liebre» que tira del ciclista con maillot amarillo para facilitar la victoria.

Aunque al final los dos primos, segundos, acabaron igual. Uno perdió la cabeza, el otro pasó un calvario, el verdadero.

Por esas cosas de adelantarse en el camino a Cristo también se le llama Juan el Precursor, sobre todo por las Iglesias de Oriente.

El resto de la historia es sabido.

Herodías se había divorciado de Filipo para casarse con su hermano, de Herodes Antipas, que era el rey y mandaba más.

Juan no hacía más que recordar al rey que vivía en pecado porque la Ley de Dios lo prohibía. Y tanto tocar en los ovarios a Herodías con ese pepitogrillismo había conseguido que Herodes lo hubiera encarcelado en Maqueronte pero lo mantenía con vida porque sabía que era un hombre justo.

Herodías quería que Juan muriera porque aunque todavía era hermosa, y su hija Salomé todavía más, podría llegar el día de perder sus encantos y ser repudiada por Herodes alegando los reproches del Bautista.

En la cena espectáculo del aniversario de Herodes, Salomé bailó la famosa danza de los siete velos, este es un número con poderío, y antes de que se quitara el último velo ya tenía a Herodes babeando.

Al acabar estaba tan excitado, en su favor diremos que no era su hija, sólo su sobrina, y sobrina lejana, bueno da igual, el caso es que le dijo que pidiera por esa boquita.

Y pidió: la cabeza del Bautista en una bandeja de oro. Para mami la cabeza, la bandeja para ella.

Herodes pensó: me está bien empleado por no venir aliviado a las fiestas, pero no tuvo más remedio que cumplir la palabra dada.

A Juan se le considera el último profeta porque después de él el Mesías y hasta la fecha. También se le considera el primer mártir contra el divorcio, por razones obvias.

Milagros: conseguir bautizar a montones, alimentarse con nada y menos.

Patrón: de muchas ciudades, Turín, Florencia, Génova…, de los peluqueros, de la Orden de Malta, de los que pierden la cabeza recriminando a los demás.

Su cabeza, reliquia, se conserva en la iglesia de San Silvestre in Capite de Roma pero la mandíbula en la catedral de San Viterbo.

El resto del despiece muy repartido en diversas ciudades, como si fuera el gordo de la lotería.

Las fiestas de San Juan no se celebran por él que no murió quemado, son más bien una fiesta que conmemora el solsticio de verano, unas ciertas saturnales donde está permitido de todo, como en carnaval, hasta el alba.