Es fácil escribir sobre santos, aunque sea un sobresalto diario para mí y para los que esto leéis porque asalto vuestras conciencias racionalistas.
Pero en estos tiempos de confinamiento nuestra forma de sentir la vida y de temer la muerte puede que nos lleve a más de uno a replantearnos esa contradicción de no conseguir explicar qué ha pasado y no me refiero sólo a las causas científicas del COVID-19 y de los que vendrán, como la consecuencia metafísica de todo ello.
¿Quién soy yo? ¿a dónde voy? ¿playa o montaña? ¿hay vida en el más allá? ¿queda lejos? ¿cuándo llegamos? ¿he cerrado bien todo?
Cuesta tener respuesta a todas estas preguntas cuando pensamos en el más allá y no me refiero a pasado Pinto.
Yo no dejo de preguntarme todas las noches estas cosas como no dejo de preguntarme sobre cosas más cercanas: qué haría con la pasta si me tocara la Primitiva.
Perturban mi sueño y mi paz de espíritu, ¿lo tengo? A veces lo dudo cuando voy al excusado y contemplo lo que hay dentro de mí. Todo esto lo cuento porque, en general, nadie me escucha en las charlas de amigos, tengo tan poco interés como chorro de voz, por no hablar de mis ideas. Así que aprovecho esto para dar rienda suelta a mis pequeños traumas.
Pero como siempre me desvío del tema, no soy el rey del mambo pero sí el de la digresión.
Antes de empezar con Cirilo quería daros unas pinceladas, de brocha gorda eso sí, sobre cómo se vivía en aquellos viejos buenos tiempos. Eran viejos seguro, lo de buenos no estoy tan seguro.
Para nuestras mentes racionalistas del siglo XXI, no todas que demasiados viven todavía en la alta edad media, es difícil comprender y situarse en las mentes de aquellos seres humanos; sí, de acuerdo, también había demasiadas bestias salvajes.
Una idea fundamental que presidía y condicionaba todo: la existencia de Dios como centro de sus vidas y actos.
Ya fueras judío, pagano, como genérico de muchas religiones o Cristiano. Ni Allah, ni Mahoma, habían nacido todavía.
La duración de los Dioses, uno sólo para los judíos, tres para los cristianos o mogollón para los paganos, lo presidía todo.
Adoración y ofrendas que calmaran sus iras y el miedo a sus represalias, ya fuera por comer una manzana o porque no te portas bien y y decide exterminarnos a todos con una borrasca de 40 días, las noches van de suyo.
O venganzas personales, Onán, o de ciudades, Sodoma y Gomorra.
Resumen: Dios, o su idea, lo preside todo, y nada de Dios caritativo, indulgente, etc., eso no ata conciencias.
No, Dios ira, venganza, desgracias y castigos, fuego eterno.
Coged unas brasas de la barbacoa con la mano o quemaos con un cigarrillo: duele.
Pues si te dicen que vas a pasarte toda la Eternidad entre brasas harás lo que puedas para evitarlo, aunque seas muy friolero.
Punto 1: cuidadín con Dios y cabrearle.
Punto 2: obedece todo lo que te digan sus testaferros en la Tierra, que Dios se cabrea si les cabreas a ellos.
Punto 3: el poder de los testaferros divinos es equiparable en importancia al poder de los administradores de los gobernantes o los gobernantes mismos.
Punto 4: teóricamente son dos poderes separados, el terrenal y el celestial, pero como el celestial se ejerce en la tierra sus competencias se ejercen ya en la tierra.
En el cielo lo llevan los dioses directamente.
Punto 5: el imperio se estructura en un sistema de provincias con una ciudad cabecera: Milán, Antioquía, Alejandría…erc. y al frente de cada región o provincia hay un gobernador civil-militar que depende del emperador y un gobernador celestial, obispo, patriarca…, con competencias en el ámbito religioso.
Punto 6: aparte de esas cabeceras están Roma y Constantinopla como sedes de los imperios romanos: Occidente y Oriente.
Se entendía, y disputaba, que Roma cuyo primer obispo había sido San Pedro estaba por encima de todos a nivel religioso.
Todo esto lo digo para que os situéis en la importancia tan trascendental que se le daba a la cuestión más nimia en relación con la religión. Y las luchas entre las diferentes facciones creadas por interpretaciones distintas llevaba a enfrentamientos por imponer cada uno sus criterios. Cuando digo luchas no sólo dialécticas, es que llegaban a las manos.
Si Dios Hijo era posterior a Dios Padre o existía desde siempre, excuso decirte del Dios Palomo; si Dios Hijo era un hombre especial que Dios Padre había adoptado y le había hecho Dios como Él; si la Virgen era o no virgen; si era la Madre de Dios o sólo una mujer; cuál es el sexo de los Ángeles…, esto no os lo contaré todavía tendréis que esperar un poco.
Bueno pues todos estas cosas eran los temas de actualidad y discusión de la gente en aquellos años más que los cotilleos sobre si tal o cual emperatriz tenía problemas domésticos o los pretendientes principescos o las relaciones epistolares presentadas como gran exclusiva del próximo enlace de tal o cuál princesa y la diadema de pedida que le habían regalado.
Y aquí estaba San Cirilo en el lío de todas estas polémicas por la ortodoxia.
La verdad, toda la verdad y nada más que la verdad sobre las cosas de Dios, que se las hubiera soplado al oído a los buenos. Soplo divino o palabra de Dios. Te alabamos Señor.
Cirilo nació hacia el 370 y murió el 27 de junio de 444, en Alejandría.
Su familia era de las más distinguidas de Alejandría y su tío era Teófilo, el patriarca.
Tomó al joven Cirilo a su cargo y se ocupó de su educación con los mejores maestros que se podía pensar con la intención de prepararlo para su sucesión enseñándole cómo había que hacer las cosas de mal.
Porque Teófilo era un personaje tan siniestro, violento, un príncipe de la iglesia cuyas manos se manchaban tanto de oro como de sangre. Lo que se dice a manos llenas de lo uno y de lo otro.
Acompañó a su tío al triste Sínodo de la Encina en el 403 en el que consiguió que San Juan Crisóstomo fuera de depuesto como patriarca de Constantinopla.
En 412 sucede a su tío en el patriarcado de Alejandría y, de tal palo tal palo, Cirilo siguió dando palos con las dos manos en vez de una de oro y otra de sangre de su tío.
Tenía el gen violento de su tío y lo exprimía como exprimía las vidas de muchos de sus conciudadanos.
A poco de tomar posesión acabó con la convivencia entre paganos, judíos y cristianos, algo que ni siquiera había hecho Teófilo.
Saqueó y persiguió a los paganos, expulsó a los judíos de Alejandría y convirtió las sinagogas en iglesias y favoreció a los cristianos, poco, sin pasarse.
Y sin tolerar la menor discrepancia de la ortodoxia, novecianos, mesalianos, pelagianos…
Es famoso, por la película Ágora, por incitar a las masas cristianos a matar y descuartizar a Hypatia una sabia y filósofa mujer pagana.
Tuvo la oposición de Orestes, gobernador civil de Egipto, que no estaba de acuerdo con tanta intolerancia, intransigencia y mala hostia.
El 422 otra turba asesinó a Calisto, sucesor de Orestes, como prefecto imperial.
Y cómo es posible. Un santo, un asesino.
Pues sí, son cosas que pasan. Hasta en las mejores familias.
Tendemos a pensar que un santo es un hombre bueno, pero porque somos unos ñoños. A la iglesia eso de ser santo y bueno no le resulta imprescindible; que eres santo y bueno, pues muy bien pero la vara de medir o castigar a los santos no es la bondad.
Para nosotros, simples mortales no nos da la mente para comprender los largos y tortuosos caminos del Señor, que como ingeniero de caminos jamás habría sacado el título.
Cirilo es un ejemplo paradigmático de esto.
Cirilo es Doctor de la Iglesia y sus aportaciones a la ortodoxia católica, sus contribuciones en el Concilio de Éfeso donde destrozó las tesis de Nestorio, patriarca de Constantinopla, sobre la dualidad de Cristo, Dios-Hombre y el no reconocimiento como Theotokos a la Virgen María, Virgen Madre de Dios y no Virgen Madre de Jesús son merecedoras de su santidad.
Aparte de eso y para resumir publicó 12 anatematismos contra Nestorio que respondió, ¡será insolente!, con 12 antianatematismos.
En ese pique estuvieran pero Roma le dio la razón a Cirilo y le encargó que le depusiera personalmente.
¡Que guatirrinín le dio, al hacerlo, dándoselas de perdonavidas!
Y eso es todo sobre San Cirilo, la dualidad santo y demonio. Como todos nosotros. Milagros: lo son pero en negativo, Hypatia, persecuciones de los herejes, paganos y judíos, expolio de todo ellos, gestión y dirección de turbas fanáticas, intento de asesinato de Orestes, prefecto y asesinato de Calisto, sucesor de Orestes.
Patrón: de las turbas, saqueadores, de los polemistas, oradores y pastores protestantes, de los iracundos fecundos.