Santa Marta de Betania (29-7-20)

Santa Marta de Betania

Marta nació en el siglo I, en Betania, Judea y murió en el 84 en Tarascón, Galia.
Su padre se llamaba Syro y su madre Encharia, eran de familia Real, su padre era Duque de Siria y lugares marítimos y había recibido de herencia la plaza fuerte de Betania, además de Magdala y una parte de Jerusalén.

Era lo que se decía entonces ricos, y ahora también.
Nada sabemos de su infancia y adolescencia que podamos contar ni siquiera de cómo y por qué se hicieron tan amigos de Jesús porque ni pudieron coincidir en la escuela ni en los círculos que frecuentaban. Unos con familias reales y principales, otro con carpinteros y pescadores.

No aparece por ningún lado que Marta hubiera tenido un marido o afición por los hombres como murmuraban de su hermana María que se nos presenta mucho más ligera de cascos.

De su hermano Lázaro tampoco se tiene noticia de que tuviera esposa o afición a las mujeres que sólo tenía amor por Jesús. Y Él por él.

Hay varios momentos cruciales en la vida de Marta y sus encuentros con el Mesías.

Cuando Jesús iba a Jerusalén prefería pernoctar en el castillo de Betania, de Marta, por cuestiones de seguridad, que le tenían mucha ojeriza los jerosamilitanos, gentilicio de Jerusalén, y porque la relación calidad-precio del Betania Resort era inmejorable: gratis por la cara bonita.

En una de esas se presenta Jesús en Betania a parada y fonda. Y Marta los ve llegar y sale a recibir al Señor.
Al Señor y al séquito, porque Jesús no viaja solo, le acompañan los 12 apóstoles, y algún acoplado más, con sus mujeres, a veces con sus mamás y otras seguidoras apóstolas, que ya conté que también tenía seguidores o fans que Jesús era de una belleza divina.

Les hace entrar y comienza a afanarse en atender a los huéspedes, «que si queréis tomar algo, limonada, unas olivas hasta que esté la cena», y no paraba de trajinar mientras todos los demás estaban extasiados oyendo la palabra del Señor incluida su hermana María, sentada a sus pies.

Como podéis imaginar nada más entretenido que escuchar al Señor parábolas, música celestial para los oídos.

«¿Saben aquel que diu…?», empezaba el Señor, «… Un hombre que tenía una viga en un ojo y vio a un ajeno que se hacía una paja… No, no, espera…no es así, empiezo otra vez… «.

Y Marta se acerca, con confianza, sin protocolo, a Jesús y le dice: «Señor, como ves que mi hermana me haya dejado sola con toda la faena ¿Por qué no le dices que me eche una mano…?».

Y Jesús le dice que no se afane tanto que María ha elegido lo importante: escucharle a Él, «Vale», dijo Marta y se arremangó el delantal y se sentó a hacer lo mismo que los demás, nada.

«¿Así que da igual dónde os alojo y lo que os doy de comer? Pues ¡ala!, os tiráis por los suelos y os alimentáis con la palabra del Señor, que llena mucho», dijo Marta.

«Venga Marta, no te pongas así tonta, si sabes que nos encanta como nos acoges, nunca cambiaríamos de fonda…».
«Pues los lechos están sin hacer, ¡leches!, que podíais avisar y hacer la reserva, de menú se ha acabado el cabrito, quedan sopas con ondas y vais listos…», respondió Marta.

Sucedió que Lázaro, tan amado de Jesús, se puso a morir y Marta mandó recado a Jesús para que viniera, pero no fue. Le volvió a mandar recado y tampoco se movió de donde estaba, y le llevaron la noticia de que había muerto y entonces ya se decidió a ir.
Marta salió a su encuentro al verle llegar, María no, y le recrimina que si hubiera venido estaría vivo.
Tuvieron el famoso diálogo en que Jesús la pregunta si Lázaro vivirá y ella le dice que eternamente en el cielo junto a Él y eso le convenció hasta qué punto Marta creía en Él y le pidió ir al sepulcro y que movieran la piedra.
Marta, propuso quemar unas hierbas porque después de cuatro días sin bañarse y además muerto debía oler a eso: a muerto.

Abrieron la piedra, Jesús dijo lo de «Lázaro, levántate y anda», ¿o era Lázaro, anda, levántate?, no sé pero salió porque andar no pudo que estaba amortajado y tuvo que salir a saltitos y apunto de caerse y morirse otra vez.

Marta estuvo presente con María Madre y su hermana Magdalena en los últimos momentos del Señor y fue de las mujeres miróforas, las que fueron a la tumba de Jesús para untarle el cuerpo y comprobaron que había desaparecido.

Después nos encontramos con la versión más creíble de que escapan con su hermano Lázaro a Chipre donde Lázaro se convirtió en el primer obispo de Lacarna y que los tres murieron ahí.

Y la versión más bonita de que temerosos los fariseos, incluso los saduceos, de que si mataban a Lázaro volvería a resucitar y quedarían como el culo, pues metieron a los tres hermanos, a San Maximiano y otro personal en una nave sin velamen, remos, timonel y la dejaron al pairo en el Mediterráneo.

Milagrosamente llegaron hasta la Provenza y Marta se establece en Aviñón.
Cortés y amable, convirtió a muchos al cristianismo.
En La Leyenda Dorada se narran hechos fabulosos.
Había en el Ródano un dragón, engendrado por seres del Averno.
Allí se dedicaba a volcar barcas y comerse a todo cristiano o pagano viviente. Chicha es chicha.
Marta le echa agua bendita, eso escuece mucho a los seres demoniacos, y le puso una cruz que jode hasta a los vampiros.
Y con su cíngulo, amansado como estaba, lo ata y lleva donde dieron buena cuenta de él.
Era un monstruo peligrosísimo, tal como cuenta La Leyenda Dorada, si se sentía acosado lanzaba unos cuescos tremendos con excrementos tan copiosos que podía dejar «cubierta una yugada», con tanta velocidad como flechas y tan ardientes, a más a más, te abrasaba y reducía a cenizas.
La zona donde se produjo el milagro pasó a llamarse Tarascón.

También devolvió la vida a un joven que se ahogó en el río y se convirtió al cristianismo, como muchos otros. No fue necesaria más agua para el bautismo que iba a servido.

Finalmente cuando murió se apagaron todas las velas encendidas, cosa de demonios y suplicó y apareció su hermana Magdalena con una antorcha y le dió candela.

El propio Jesucristo fue a llamar al obispo de Priegueux, San Frontón, que estaba en medio de una Misa y se había quedado traspuesto, para que le acompañara a enterrar a Marta.
Entre los dos, Jesús y Frontón, cogieron el cuerpo y lo enterraron. Afortunadamente no llovía que hace muy desagradable eso de enterrar muertos que acabas embarrado.
Jesús le dió las gracias a Frontón y le recomendó hacer algo más de deporte, juego de pelota, algo que hiciera un poco de honor a su nombre.

Cuando el diácono fue a despertar a Frontón, que debía tener habituales traspuestos como ese, le recrimina Frontón que estaba en ese momento con el Mesías enterrando en Marta…

«Já, debió pensar el diácono otra vez soñando, menos mal que no era un sueño lúbrico como la última vez».

Y dijo que con las prisas al haberlo despertado deprisa y corriendo no había tenido tiempo de decir adiós a Dios y recuperar sus guantes y su anillo episcopal y que fueran a recogerlos.

Y así fue, ¡milagro!, pero el sacristán que los había guardado dijo que se quedaba uno para que sirviera de reliquia-recuerdo, ¡menos mal que no era de los de pedrerías de las grandes ocasiones!

Clodoveo rey franco, y de los Francos, padeciendo una grave dolencia renal va a visitar la tumba de la santa y se curó milagrosamente.

Esa es mi santa, voy a ir a ofrecer mis riñones y mi conversión eterna a finales de agosto, pero voy a llamar antes por si hay que pedir hora de consulta y horarios y días.

Milagros: 1.000 o más.

Patrona: cocineras, sirvientas, kellys, amas de casa, hoteleros, casas de huéspedes, lavanderas, hermanas de la caridad, del hogar. Patrona de casos imposibles, de los domadores de fieras malísimas de la muerte, de las nefrólogas.

Santa Marta La Dominadora
Santa Marta, la Dominadora

PS.- Hay otra Santa Marta, la Dominadora. Negra africana que salvó a un niño de una serpiente dominándola.
Se llamaba Filomena Loubana y vivía en África en el siglo XI.
Sus colores son el morado, amarillo y verde, muy africanos. Hay que ofrecerle café negro, tabaco, malta morena, miel de abejas, huevo crudo y malta.
Típico desayuno continental, africano.
Esto para pedir favores de amores. Ella hace que consigas dominar a la persona amada, o deseada. Que no es lo mismo pero es igual.
Una especie de burundanga santo.
Parece que pertenece a la División Negra, no sé si lo dicen porque es negra o por la relación con magias no blancas, por decirlo suave.
Con su hermana Santa Bárbara Africana y San Patricio, ¿el famoso irlandés errante?, son conocidos como Damballahs, ya que todos sus trucos se hacen echándole huevos.

Autor: Félix

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