Justa nació el 268 y Rufina el 270, en Híspalis, lo que viene a ser Sevilla, en la zona del barrio de Triana y murieron en el 287, allí mismo.
Pertenecían a una modesta familia de alfareros cristianos «clandestinos».
Clandestinos sólo en la parte de cristianos, que eran una familia y eran alfareros reconocidos en el barrio.
La parte de cristianos es la que llevaban más oculta porque podía afectar a las ventas del negocio familiar así como a la salud.
Las niñas también se dedicaban al oficio, aunque más en la parte de la venta que de la producción.
Aparte de la venta en la tienda también iban por ferias, fiestas paganas porque también hacían figuritas de dioses y vendían en zonas turísticas con los típicos recuerdos para llevar a casa.
Un día se celebraba una fiesta romería en honor de Venus, Salambó, recordando el fallecimiento de su adorado Adonis, ejemplo de liberalidad y humanidad de los dioses paganos en los que una diosa podía adorar a un mortal.
La procesión recorría la calle pidiendo óbolos con los que sufragarse los posteriores vinos y tapas.
Una especie de Halloween, truco o trato, y la gente echaba alguna moneda al caldero, un clavo los más rancios, para que sonara y pareciera que habían contribuido.
Fácil de dejar pasar el cortijo festivo, pero es lo que tienen estos santos primerizos, me refiero de los primeros tiempos, porque todos somos primerizos en esto de los martirios, no hay segundas oportunidades, que les encanta montar el pollo y cantar los aleluyas y los «soy más cristiano que dios».
Al pasar frente a su casa-taller les pidieron que echaran algo y les echaron pestes contra la linda imagen de Venus y la tiraron e hicieron polvo diciendo que era una falsa diosa.
Sería falsa, que no digo que no, pero no me parece muy cristiano arruinar una fiesta que celebra el amor y la belleza de dos hermosos jóvenes, paradigmas de la belleza, tanto una como otro.
No fue gentil su gesto, ni cristiano me atrevería a decir, y los gentiles les devolvieron la gentileza y les hicieron añicos los objetos de alfarería que tenían a la venta.
No consta que hicieran milagros loctite de compostura de vasijas ni dio tiempo a que sus padres las molieron a palos por el desastre para la economía familiar porque se adelantó el Prefecto de Sevilla, Diogenciano, que las mandó encarcelar y las animó a renunciar a sus creencias o martirio.
«martirio, martirio, clamaron a una, las dos».
Diogenciano se lo veía venir que ya había topado con algún loco suicida cristiano, porque hay que estar loco…
Su poco de potro, sus garfios de hierro y nada, encerradas en una lúgubre cárcel a pasar hambre y sed, el menú de la prisión no se lo comían ni las ratas.
Como seguían sin abjurar se les mandó a hacer trekking descalzas hasta Sierra Morena, lo del Camino de Santiago todavía no estaba en las agencias de viajes, y vuelta a la cárcel donde murió Santa Justa, que era la más mayor, tenía 19 años.
Rufina no cedió y Diogenciano la llevó al circo a ver un espectáculo de leones en primera fila.
Pase VIP cristiano pero el león se le acercó manso y lamía ronroneando sus vestiduras como un gatito.
El prefecto la mandó degollar y quemar su cuerpo, tenía 17 años.
No consta si al león le habían puesto algo de segundo o le mandaron a la jaula sin cenar por no saber hacer su trabajo.
El obispo Sabino recogió y sepultó los cuerpos de las hermanas.
Son santas pero NO deberían serlo porque el concilio de Elvira, actual Granada, estableció que «… Si algún cristiano destruye un ídolo pagano y es condenado a muerte no se debe considerar mártir, porque los Apóstoles jamás actuaron así… «.
Aparecen en las imágenes con una imagen de la Giralda de Sevilla, Alminar musulmán, adaptado a la buena fe. Ello es debido a que hicieron el milagro las hermanitas de sujetar la torre durante el terremoto de 1504.
La estación de trenes del AVE de Sevilla lleva el nombre de Santa Justa, está en trámite de llamar estación de Santa Rufina a la del mercado de ganado, por lo del león.
Milagros: los que se han contado y los que sólo saben los que los han recibido de ellas pero no hacen ostentación.
El segundo paso en las procesiones del Corpus, Semana Santa y otras en Sevilla, son las imágenes de las no santas Justa y Rufina.
Patronas: Sevilla, Manises, Orihuela y algunas otras poblaciones en España.
De los cacharreros y alfareros, de los movimientos sísmicos y telúricos, de los feos sin catarlo.