
Se llamaba originalmente José, los apóstoles se lo cambiaron por Bernabé, apóstol de la alegría, por su ánimo, significa esforzado, el que anima y entusiasmo.
No se sabe la fecha de nacimiento, pero en el primer cuarto del siglo I, puestos a apostar porque murió en el año 61. En ambos casos en Salamina, Chipre.
Era de la diáspora judía, chipriota, y de la tribu de Leví.
Bernabé llevaba tiempo en Jerusalén cuando fue testigo de la llegada del Espíritu Santo sobre los Apóstoles en Pentecostés.
Testigo presencial porque aún siendo una cena privada con rigurosa invitación divina para el ágape se permitía al público asistir, ya fuera con entradas VIP, de Preferencia o General.
Bernabé tenía entrada VIP pues se dice que formaba parte del grupo escogido de los 72 Discípulos. Así presenció el hecho del Santo Palomo y cómo los apóstoles alcanzaron el don de lenguas y hablaban los idiomas de las diferentes personas que allí se encontraban.
Hubo descreídos que se mofaban de los Apóstoles diciendo que el vino se les había subido a la cabeza, que la sangre de Cristo era de muchos grados, pero San Pedro los refutó diciendo que era para mayor gloria de Dios.
Los convertidos con posibles, sobre todo si tenían pasta, que es de lo que se trata el posibilismo, seguían al pie de la letra las enseñanzas de Cristo y vendían todas sus propiedades para ponerlas en común. Esta tendencia comunitaria o comunista de los primeros cristianos pronto empezaría a ser denostada por la incipiente jerarquía católica con diferentes encíclicas «NON EXAGERARE» y otras en las que se explicaba claramente que la palabra de Dios Hijo era un poco exagerada y no había que tomarla al pie de la letra que ya se sabe cómo es la juventud… Dios Padre jamás habría dicho tal y el Palomo con su pío pío tampoco.
Pero Bernabé vendió unas tierras muy guapas que tenía en las afueras de Jerusalén donde se aprobó enseguida un plan de ensanche urbanístico con altas rentabilidades a quienes invirtieron y puso todo el dinero a disposición de los Apóstoles, literalmente a sus pies.
Estos judíos, cristianos y antiguos en general tenían una fijación tremenda con los pies, quizá debido a que era casi el único medio de transporte, ‘dos pies para toda la vida’, porque ojos te podías apañar con uno o menos si tenías lazarillo.
Después de aquella muestra de generosidad los Apóstoles decidieron cambiarle el nombre de José a Bernabé y le admitieron, no está claro si como becario, meritorio o Apóstol de segunda.
Fue él quien presentó a los apóstoles a Saulo-Pablo y les convenció de que era buen chico y la historia del caballo etc. y que Dios mismo le había echado la bronca y se había arrepentido y convertido en su más fiel servidor.
Bernabé conocía a Pablo pues eran de la misma edad y habían compartido estudios en Jerusalén y creía sin sombra de duda todo lo que Pablo le contó.
Podemos decir que fue Bernabé el descubridor, por así decirlo, de San Pablo, auténtico muñidor de la Iglesia Católica.
Después de las tribulaciones sufridas por la iglesia de Jerusalén, se produjo una dispersión de los fieles por aquí y por allá, incluso por acullá, o sea muy lejos, llegando a sitios como Chipre y Antioquía. Lo de Roma, Santiago y otros es más tarde. Allí había colonias griegas y empezaron a ser evangelizados por los cristianos.
No olvidemos que Cristo y sus secuaces, lo digo sin faltar, eran una secta judía confundida con los esenios y no tenían los Apóstoles originales ningún interés en evangelizar a gentiles.
Es gracias a Bernabé que empezó a utilizarse el nombre de cristianos para denominar a los seguidores de Cristo. Y gracias a él y a su amigo Pablo el que la Iglesia de Cristo se abrirá los gentiles. Una cuestión de puro marketing divino. Si te reduces a los judíos tienes un mercado muy limitado y además son gente tozuda e intolerante como pocos. Pero abriéndose a los gentiles el tamaño del mercado crecía sin límites y podían abrir comunidades allí donde fueran.
En estas tareas les acompañaba Juan Marcos, primo de Bernabé, más conocido por San Marcos, el evangelista.
En Chipre, la patria de Bernabé, el procónsul romano Sergio Pablo le recibió y escuchó su prédica y se convenció del todo cuando su mago de confianza, Elimas, se quedó ciego por la enérgica actitud de Saulo, no me preguntéis cuánto de enérgica.
En agradecimiento al procónsul Saulo decidió cambiarse el nombre por San Pablo, bueno por Pablo que el San se lo dieron después.
Allá donde iban se encontraban con saturnalias, hombres y mujeres corriendo y refocilándose desnudos y eso les traía a mal traer, ni siquiera Pedro por mucho que se diga.
La mayor parte de las veces tenían que salir por piedras, quiero decir salir por piernas, porque les llovían las piedras. No es sensato querer parar una orgía cuando está desatada, a mi me parece más práctico evangelizar desde dentro, como uno más.
En esas estaban más magullados que un chuletón de buey que vas a asar cuando les tocaba ir a evangelizar a Panfilia y a Marcos le entró cosica o debió pensar que tenía un evangelio que escribir y no había ni empezado y que prefería seguir sirviendo al Señor aquí que irse al cielo a ver las cosas a ojo de pájaro.
Así que el muy pájaro se volvió a Jerusalén que se había dejado sin cerrar el pozo y las antorchas encendidas.
Pero Bernabé y Pablo salieron adelante y siguieron recorriendo los diferentes comunidades afianzando la Iglesia de Cristo, después de varias vicisitudes se encontraron que Pablo fue enviado a otro periplo de evangelización y Bernabé quería ir con él pero se empeñaba en llevarse a su primo Marcos el nenaza, evangelista eso sí, y Pablo se negó en redondo.
No hubo manera de que cambiara de opinión, tres sábados decían las crónicas que Marcos estuvo rodilla en tierra suplicando llorando, así como Bernabé, pero nada Pablo como una piedra y eso era competencia de Pedro.
No hubo quien le apeara del burro y a Dios no le pareció conveniente repetir, que ya le había apeado del caballo.
¡¿Cuántas veces habré dicho que los caminos del Señor son inescrutables?!
En este caso les dió caminos divergentes «si me queréis, no reñir», «tú pallá y tú pacá», aunque todos los caminos llevan a Roma.
En el caso de San Bernabé no le dió tiempo a llegar porque en Salamina entorno del año 61 fue lapidado por judíos reveníos.
Milagros: muchos lo de convertir contando estas historias, ya es muy milagrero.
Como haber escapado de la muerte tantas veces, pero tanto va el cántaro a la fuente….
Patrón: de Chipre, normal, en España de sitios como Logroño, El Escorial (¿y San Lorenzo?) Marbella, Arenas de San Juan y además de los repescados, de las donaciones a ONGs y de los nepotes.