En estos santos del confinamiento encontramos de todo, muchos mártires, vírgenes como ésta, y muchos muertos en cualquiera de las innumerables pandemias que ha habido en la historia, algo que siempre nos ha acompañado más que la Fuerza.
En el fondo la comunidad Jedi tiene muchas semejanzas con la comunidad cristiana, oyen voces en off, resucitan, hacen milagros, levitan y siempre vencen al Imperio del Mal.
De la misma manera que hay Santos que podrían dar para varios capítulos hay otros como esta santa varona, con ese nombre, que da para poco más que un tráiler.
Ella no tiene la culpa, que es cosa de los guionistas que se han tomado pocas molestias.
Puedo aseguraros que no encontraréis una semblanza tan larga excepto quizás en «The Life of Saint Audrey», atribuido a María de Francia, la de los Lais , pero no he podido encontrarlo.
Ediltrudis, también llamada Etheldreda o Aethethryth o Audrey (de ahí lo de la bio de María de Francia), nació en el año más o menos y por allí en el este de Inglaterra y murió el 23 de junio de 679 en la isla de Elys.
Su padre fue el rey Anas de los ingleses orientales, los que viven más al este, pero no en Hong Kong.
Su madre asistió a su parto y los ‘me cagüen to’ proferidos en el parto le impidió ser santa como sus hijas.
Quizás por ello Ediltruditas ya desde pequeña quería mantenerse virgen a toda costa.
Se casó varias veces pero se cerró en banda a consumar.
Con 14 años, cómo maduraba de precoz la chiquillería de la época, sus padres la casaron con Tombrecto, príncipe de FEN, que no es Formación del Espíritu Nacional sino príncipe de los girvios australes. Un rey de los ingleses orientales, un príncipe de los girvios australes…, no sé vosotros pero mi imaginación vuela.
Tombrecto, paciente o conforme, pasó varios años a su lado sin tocarla hasta que murió de unas calenturas a las que no dio salida.
Y casaron de nuevo a Ediltrudis con el rey de los nordamimbros, Ecfredo.
Total la chica era joven, menos de 20 años y a estrenar que no le habían quitado el precinto de garantía.
Así se la colocaron al paciente Rey que aguantó unos años supongo que utilizando servicios externos pero acabó repudiándola y permitió que tomara el velo que le impuso San Wilfredo y entrar en un monasterio donde era abadesa Evacía, una mujer llena de virtudes.
Después de un año, el tiempo que le pidió el contratista para construir dos monasterios crucifijo en mano, se convirtió en abadesa.
No hubo ni elecciones, la que quiera ser abadesa que afloje la pasta.
Pero hizo ejemplo de austeridad cambiando el lino por la lana, que es más calentita y conveniente para países septentrionales, sobre todo si están al norte.
Entraba poco en los baños, que era lo normal en aquellos tiempos que no había baños en suite en las celdas, sólo un par de veces al año.
Santa, limpia de corazón, lo demás regular.
«Madre abadesa, ¿quemamos incienso?, que parece que se haya muerto un conejo…».
«Sí hija, sí, quema, quema…» respondía mientras se olía los dedos pasados por las partes más sensibles.
Hacía de todo en el monasterio desde los oficios más bajos, hasta los más altos, y los de la entreplanta. De todo.
No comía más que una vez al día, salvo los días de fiesta. Y comía de todo lo que tocara en el menú del día.
Rezaba desde maitines, medianoche, hasta el alba, aunque después echaba una siesta mañanera, pero diligentemente ya tenía el trabajo del día adelantado.
Profeta, no sólo mofeta, vaticinó una gran peste que debía venir y que iba a morir en ella y el nombre de otros que también iban a morir, pero se dejó unos cuantos miles sin nombrar. Pero se disculpa porque está feo señalar.
Le salieron unas llagas purulantes en el cuello y decía que era como castigo divino por los collares que había lucido vanidosamente en su juventud.
Finalmente, o sea al final, se murió el 23 de junio de 679.
Se la enterró en un sencillo ataúd de madera, tal como fue su voluntad.
A las 10 años de su muerte su hermana Sexgurga, otro nombrecito, que la sucedió como abadesa hizo trasladar su cuerpo a un sepulcro de piedra y hallaron el cuerpo incorrupto y la llaga del cuello perfectamente curada.
Milagros: dos matrimonios sin consumar, lo de no corromperse, curación de las llagas del cuello, conseguir que le construyeran dos monasterios en plazo y ¡sin sobrecoste! Prodigioso de verdad.
Patrona: de los matrimonios sin consumar, de los compradores sobre plano, de los males de cuello y cervicales.