Medardo nació en Salency hacia el 470 y murió en Noyon alrededor del 560. De padre franco, Nectardo, y madre galo-romana, Protagia.
Se dice que su hermano gemelo era San Gilardo, mucho menos conocido porque no era tan milagrero como Merardo y que no sólo nacieron el mismo día, también tomaron los hábitos, el obispado y fallecieron el mismo día.
Otros dicen que es imposible, que San Gilardo era mucho mayor, pero a mí me gusta más esto de los gemelitos.
Medardo, Nectardo, Gilardo, Gerardo…, el sufijo ‘ardo’ significa valeroso del alemán antiguo.
Medardo era un chaval generoso y piadoso, limosnero.
Le dio a un compañero del cole, hambriento, el bocata que había llevado para almorzar y a un peregrino caminante un caballo de las cuadras de su padre.
La hostia que se llevó parece que le saltó varios dientes o muelas, de lo que hablaremos más adelante porque tuvo sus consecuencias.
Los estudios bien, dicen las buenas lenguas, mientras que las malas cuentan, como así fue, que no consiguió ordenarse sacerdote hasta los 33 años, no se sabe cuántos años repitió.
Fue nombrado Obispo de San Quintín y trasladó la sede a Noyon que era una plaza fuerte, mientras que en San Quintín podía ser asaltado por invasiones bárbaras y ya se sabe que los bárbaros hacen barbaridades, tradición obliga.
Se hizo cargo también de la Diócesis de Tournoi. El típico 2X1 diocesano, si te ocupas de una diócesis te regalamos la segunda.
Dice un hagiógrafo que a partir de entonces y durante 500 años Noyon y Tournoi estuvieron unidas bajo un mismo obispo.
Viendo que Medardo había vivido unos 75 años, 15 arriba según biógrafos, deduzco que no hablan de él sino de una cuestión administrativa.
Cuando el santo era muy joven un águila desplegó sus alas encima de él para protegerle de la lluvia y del granizo.
El milagro no es demasiado especial que es muy normal las relaciones entre los seres humanos y las aves, tengo un amigo que le enseña vocabulario, escatológico, eso sí, a un loro que tiene, o a mí una vez me cagó un palomo encima, pero lo que tiene de especial es que consiguiera que se quedara quieta encima a modo paraguas. Lo mismo la trincó por las patas y no la soltó hasta que escampó.
Por esto de relaciona a San Medardo con la lluvia.
En Solency, su ciudad natal, aún hoy, los campesinos saben, no es que crean, lo saben, que si llueve el 8 de junio, día del santo, lloverá 40 días seguidos, y si no llueve pues otros 40 días de sequía.
Salvo cuando no pasa, claro, que no hay que ser inflexible en estos casos.
Una cosa es la regla general y otras las excepciones.
En la iconografía del Santo aparece siempre con la boca muy abierta, como riendo a carcajadas, ‘le rire de Saint Mèdard’, con lágrimas en los ojos.
No son risas que es el dolor de muelas por el tortazo que le dio su padre cuando regaló el caballo, que os conté.
Le puso el velo a Santa Radegunda, la mujer de Clotario, que decidió dejarle y encerrarse en un convento a rezar. Y la hizo ‘diaconesa’, que es un poco equívoco, porque es como si una mujer hubiera tomado hábitos de clérigo. No queda muy claro si esto era posible, aunque también se dice de Santa Olimpia, pero sería un bonito precedente para que hubiera mujeres sacerdotisas (yo creo que no se decide la Iglesia porque eso de sacerdotisas suena como muy pagano).
Milagros: ya os he dicho que es de los más milagreros de todos los santos. Os pongo algunos. Todos relacionados con el respeto a la propiedad privada, la suya, que los bárbaros eran muy mangantes.
Unos ladrones entraron en su viña por la noche y se pusieron a robar uvas, pero cuando quisieron salir no encontraron la salida y así los encontró el santo por la mañana.
Le pidieron perdón y le dejaron la uva recogida y los capazos, con gran alegría para Medardo que les dijo que el robo les había cegado y les señaló la puerta y les dejó marchar.
Un ladrón entró donde Medardo tenía unos panales de rica miel y robó la miel pero las abejas le persiguieron y picaron y tuvo que entrar en la casa del Santo y suplicarle que le ayudara.
Medardo, después de ver los picotazos que adornaban su rostro se compadeció y no lo entregó a las autoridades, pero le dijo que eso era como el pecado, al principio es dulce pero luego aguijonea nuestros corazones.
Tenía Medardo una vaquita que le daba rica leche todos los días y que la dejaba suelta por los campos con una esquila con la que podía saber siempre dónde estaba, más o menos.
Un día dejó de oírla y se llenó de pesar y de ganas de tomarse su leche de antes de dormir.
Un amigo de lo ajeno se la había robado.
La esquila sonaba y el chorizo se la quitó del cuello, la guardó en sus alforjas, pero seguía sonando.
La escondió entre la paja, pero seguía martilleando su cabeza.
La enterró en el campo pero la seguía escuchando…, así toda la noche martirizando al pobre hombre.
A la mañana siguiente cogió la esquila, la vaca y la leche que había ordeñado y se fue hasta Merardo a pedir perdón y devolver lo robado.
Merardo se quedó con el balde donde traía la leche, que le venía muy al pelo y se lo cambió por un consejo: “la esquila está en tu cabeza porque te pueden los remordimientos por tu mala acción. Vete y no robes más, al menos a mí”.
Patrón de casi todo por lo milagroso que era: Leñadores, titiriteros (¿?), agricultores, bodegueros, cerveceros, paragüeros (los que hacen paraguas, no los de las entradas de las casas), de las buenas cosechas (¿habrá alguno de las malas?), lluvia, dolor de muelas, fiebre, enfermedades mentales (dolores de cabeza y jaquecas no, lo otro)