Jornada de Reflexión
Hoy lunes, 11 de mayo de 2020, es mi jornada de reflexión.
Normalmente se llama así al día de antes de las elecciones, pero visto el resultado de las últimas, al menos en Madrid, podemos asegurar que ese día sería cualquier cosa menos una jornada en que muchos reflexionaran
Si hubieran reflexionado no nos encontraríamos ahora con tantas jornadas de genuflexión y oprobio que nos está regalando el Gobierno madrileño.
Como se trata esta una página piadosa es oportuno nuestro lamento y crujir de dientes, ¡Dios mío, pero qué hemos hecho para merecer esto!
Para mí los lunes es la típica jornada de reflexión en que el entrenador del equipo de fútbol se pregunta, retóricamente claro, qué hizo mal para que le metieran ese 0-5, ¿debería haber utilizado un 5-4-1 en vez del 3-3-4 revolucionario?
O en mi caso concreto y real, ¿qué hice mal para que me quedara la paella de ayer como un engrudo insípido?
O, ya de puestos, ¿en qué momento se jodió el Perú?
De la misma manera me he puesto a reflexionar sobre la conveniencia de aflojar un poco los comentarios sobre las bondades y virtudes de las vidas ejemplares que nos enseñan el largo y sinuoso camino de los santos.
Como diría Lichis (La Cabra Mecánica): ‘Días de mucho, vísperas de na’
O si nos ceñimos a historias edificantes recordad a José y sus hermanos, los chicos del Jacob y la Raquel, y sus siete años abundantes y sus siete años menguantes, o dicho en roman paladino: pan para hoy, hambre para mañana.
No hay pan que cien años dure, dice el proverbio.
Si queréis símiles musicales lo que ayer podía ser un Largo gracciossoo o un Alegro vivace hoy lo dejaremos en un Corto maltesse.
Nació nuestro santo varón en un año del Señor, pero no me consta en cuál.
Este es uno de los santos de los que menos datos nos ha llegado por los circuitos habituales de información y para solucionar este corto circuito ya tengo solicitado, donde corresponde, el tratado oficial vaticano: Martirologio Romano.
Huyendo herido de una persecución, no consta ni por quién ni por qué, llegó a Barcelona y se encontró con una ciudad enferma, me refiero a la salud física de sus habitantes, que no habían empezado los delirios de grandeza o superioridad étnica.
Como santo que era decidió quedarse en la ciudad para ayudar a curar o a las malas, consolar. Y a las peores, enterrar.
Para ello, curar, tenía una bolsa con variadas hierbas con propiedades curativas, como un druida Panoramix, y les iba haciendo infusiones ad hoc y maravilló a propios y extraños, ricos y pobres, incluso altos y bajos, con su saber, su bondad y su piedad, cero comentarios sobre su castidad.
Muchos datos de San Ponç nos son extraños pero es el patrón de los apicultores y herbolarios y se piensa que su fiesta coincidía con la celebración de Flora, diosa de la vegetación.
Sant Ponç no es venerado más que en Barcelona y en los herbolarios de gran parte del mundo cristiano.
Es el Santo Patrón de los caldos de verduras y los veganos.