Domingo García nació el 1019 en Viloria de Rioja y murió el 1109 en el pueblo que su propio nombre indica.
Hijo de Ximeno y Orodulce ¡qué nombre tan bonico para una madre!, incluso para un tipo de uva moscatel aunque en Rioja son más de tempranillo, garnacha, verdejo…, que eran campesinos acomodados pero el hijo no les salió amante del vino y prefería dedicarse a la vida contemplativa.
Intentó ingresar en los monasterios de Valvanera y San Millán de la Cogolla pero fue rechazado en los dos.
Eran tiempos difíciles con pocas plazas vacantes en la función pública de la Iglesia ni siquiera de interino así que tuvo que quedarse de externo, también conocidos como eremitas.
En un paraje abrupto y complicado se refugió para dedicarse a la oración y el sacrificio y enseguida descubrió que era zona de mucho tránsito de almas peregrinas a Santiago, de Compostela.
Eran épocas de ecoturismo salvador porque se sabía que los que peregrinaban ganaban el cielo, lo mismo no el séptimo cielo pero cielo al fin y al cabo y no era preciso que te sellaran el carnet de peregrino porque entonces no había atajos posibles.
Se dedicó Domingo a intentar ayudar y socorrer, aliviar en lo posible, las penurias de los apenados peregrinos.
Hombre resuelto se puso manos a las sobras, alimentado los hambrientos, arreglando el camino lo mejor que pudo, incluso construyendo puentes.
Se cuenta entre sus milagros, o proezas, que segó un bosque, otros dicen que sólo 2 árboles, a golpes de hoz pero no es de extrañar siendo de Rioja, que es como el sur de Bilbao.
Y para llevar los troncos un labrador gracioso, proverbial el sentido del humor vasco, le regaló 2 toros bravos como si fueran bueyes pensando en un inicio de sanfermines pero Domingo los amansó y enganchó a la carreta para llevar los troncos.
Seguramente los toros le habían visto cortar los árboles con la hoz y se lo habrían pensado, que eran toros no tontos.
La gente le ayudaba al ver los prodigios de que era capaz y además la obra pública es de interés general, tanto de propios como para los extraños, gente de paso pero que dejaban algunas perrillas por el camino.
Toda una suerte de comercios relacionados con el turismo redentor y el oficio de guías acompañantes.
Como con San Guillermo de Ostia que vino enviado por la Santa Sede a ayudar a combatir una plaga de langosta que acababa con las cosechas y vides de la zona de Calahorra y peligraban los caldos de la zona que eran tan caros al Santo Padre.
Domingo se convirtió en su guía y acompañante y entre los dos, y unos cientos de currantes, transformaron la zona edificando basílicas, hospederías, hospital, y otras construcciones que acabarían dando forma a lo que acabó siendo la población que tomó el nombre del santo.
En vida hizo todo esto, que ya le vale, pero después de muerto no paraba de hacer milagros con sólo encomendarse a él.
Brevemente, un ahorcado al que el santo levantaba por los pies para que no se ahogara, no dicen si le remataron a garrotazos o le perdonaron la vida; un francés con bubas en los ojos al que devolvió la vista y el milagro de la gallina cantora.
Un matrimonio alemán peregrinaba con su hijo Hugonell y pernoctaron en la aldea de camino a Santiago. En la hospedería una moza se prendó de la belleza del muchacho y se metió en su cama para conocerle a fondo, pero fue rechazada por éste.
Me temo que entonces como ahora los chicos más seductores solían ser más de pescado que de carne.
Despechada metió una copa de plata en las alforjas del joven para vengarse. Aguanta la tipa que eso significaba pena de muerte, aunque no fuera un copón de la hostia, que fuera para chupitos invitación de la casa.
Al salir detuvieron al chico y dejaron marchar a los padres.
Le ahorcaron y yendo los padres a recoger el cadáver, éste les dijo que se había encomendado al santo y que estaba vivo.
Corrieron los padres a ver al alguacil que estaba comiendo opíparamente una gallina y al ser importunado por los padres les dijo que su hijo estaba tan vivo como la gallina que se estaba comiendo a lo que la gallina saltó del plato, vivita y coleando, y se puso a danzar y cantar.
El alguacil, no se sabe por qué estaba más impactado, les permitió que recogieran a su hijo pero que le ayudaran a parar a la gallina que no había acabado de almorzar.
Es santo patrón de los Ingenieros Civiles, los Militares son de otro negociado, hospederos y peregrinos, y animalistas, por los toros amansados.