
Bárbara nació el 273 en Nicomedia, Imperio Romano.
Su padre se llamaba Dióscoro, hombre principal y con mando en plaza y especialmente cruel y despiadado perseguidor de los cristianos. Eran tiempos del emperador Maximiano.
De su madre no se encuentra mención en parte alguna, así que no fue ella la que le metió a Bárbara en la cabeza las ideas cristinas.
Tampoco consta que tuviera hermanos.
Bárbara era una jovencita singularmente hermosa, tanto que su padre estaba tan celoso de ella que no quería que nadie la viera siquiera.
Una relación u obsesión enfermiza que hace dudar de los sentimientos ocultos de Dióscoro hacia su hija. Pero ningún autor habla de episodios escabrosos entre ellos.
Para alejarla de otros ojos que no fueran los suyos hace construir una torre donde la mantiene encerrada, sin poder pisar la calle, ni salir con las amigas a compras, o al Foro o a tomar refrescos o lo que suelen hacer las jovencitas de todas las épocas: darle a la lengua.
Evidentemente esto creó en la joven una carencia que buscó, también enfermizamente, paliar de alguna manera. Y le dio por ponerse a intentar comprender el mundo y su Creador.
Cada vez más reflexiva no conseguía encontrar satisfacción con los dioses clásicos paganos, y mira que hay para todos los gustos y todas las necesidades, pero no le convencían.
A partir de aquí las historias difieren, la más completa y complicada procede de La Leyenda Dorada, imposible de transcribir los argumentos y pensamientos que Bárbara supuestamente tenía, incluso antes de conocer y abrazar la verdadera fe, como si ya hubiera llegado a las mismas conclusiones antes de que la instruyeran en la fe de Cristo.
En las versiones abreviadas, o aliviadas, dicen que Orígenes acudió a su llamada y la instruyó, convirtió y bautizó.
La Leyenda Dorada parece más realista, ya sé que es un oxímoron, porque cuenta que llegó a sus oídos que había un gran sabio en Alejandría llamado Orígenes.
Así que ni corta, que no lo era, ni perezosa, que tampoco consta, escribe una carta a Orígenes increíble que no puedo transcribir por larga, y pone en la dirección lo siguiente:
‘Para el presbítero Orígenes, que vive en Alejandría, capital de una región de África muy distante de Nicomedia’
Y con esos datos se la entrega a un propio, prefiere no utilizar los servicios oficiales de Correos, con dinero y el encargo de entregarla en mano.
Me imagino la cara que se le pondría al mensajero que no le quedó otra que aceptar el encargo.
Por increíble que parezca, milagro quizás, el emisario, del que no consta el nombre y se merecía pasar a la inmortalidad, entregó la carta.
Orígenes impresionóse del contenido de la misma y le respondió con otra misiva en que se disculpaba por no poder ir, pero que andaba un poco liado y no podía atender personalmente todos las demandas que le hacían pero que con la presente le enviaba libros y un discípulo, Valentín, que le explicaría cómo funciona todo y el misterio de la Trinidad.
Así que con el emisario de Bárbara retornó también Valentín y, lógicamente llegaron en menos tiempo, que el primero ya se conocía el camino.
Estando Valentín en la torre, llegó el padre que airado preguntó quién era aquel hombre y qué hacía allí. Todo esto echando la mano al puño de su espada, Valentín empezó a encomendarse, pero Bárbara, astuta, le contó a su padre que era un discípulo de un sabio doctor con la capacidad de curar todas las enfermedades.
Lo que tranquilizó a Dióscoro y aprovechó para comentar alguna dolencia de hemorroides que le causaba disgusto.
No queda claro si Valentín tuvo que imponerle las manos para sanarle o Bárbara le pidió que ‘más adelante papá, y ya te curaré yo’.
Valentín la instruyó, aclaró sus dudas y preguntas y finalmente la bautizó.
Acabada la tarea, puso tierra de por miedo, que no las tenía todas consigo.
Dióscoro hubo un momento que pensó que quizás era muy egoísta y debía casarla, que solicitudes no le faltaban pero Bárbara, ligada para siempre a JesuCristo, le convencía a su padre diciendo que no quería separarse de él, de su padre, y ocuparse de cuidarle para todo lo que necesitara.
Esto ponía burro a Dióscoro y aceptaba que siguiera en la torre soltera y sin compromiso.
La torre tenía 2 ventanas y Bárbara abrió una tercera, lo que inquietó al padre.
Preguntada, acabó espetándole que era el símbolo de la Trinidad del verdadero Dios.
Dióscoro, hombre de sólidos principios paganos, saltó, o rabió, de furia y denunció a su propia hija al gobernador Marciano. “Déjala de mi cuenta”, le dijo éste.
La llevaron a su presencia y éste se quedó con la boca abierta por la belleza de la joven, nadie es de piedra, aunque las tengas en el riñón.
La conminó a abjurar, o sea que dejara de ser cristiana, pero ella juró que jamás renegaría de Dios.
“Lo veremos”, dijo Marciano, he hizo que la desnudaran, supongo que para tener una visión completa de la situación.
Visto lo visto, y que seguía erre que erre, y mira que lo intentó Marciano, aunque tomara mucho tiempo, pero no tenía prisa el gobernador, ni el populacho que contemplaba a la santa, ordenó que la latigaran, no sé si existe la palabra pero quiere decir azotar con látigos.
Así desollada la metieron en prisión para que se lo pensara.
Pero por la noche acudía el propio Jesucristo a darle crema en las heridas y dejarle la piel como nueva, mano de santo. O de Dios, más propiamente.
Que acudiera el propio Jesús y no enviara un ángel, que era lo más normal, puede deberse a la extraordinaria belleza de Bárbara y que a Jesús le saliera la vena humana de su carácter.
Así estuvieron varios días, azotes, pomadas y vuelta a empezar.
Parece que Marciano se cansó antes que Jesús del juego, Dios es infatigable, y dio la orden de que la decapitaran.
Y Dióscoro pidió la venia a la presidencia como en los toros y arrastró a su hija a un monte y allí la decapitó de un solo tajo, ni puntilla, ni nada.
Bajando del monte un rayo fulminó de tal manera a Dióscoro que no quedaron ni cenizas.
Todo esto sucedió el año 306 del Señor en Nicomedia.
Se produjeron algunos milagros invocando el nombre de la santa. No son interesantes, os los ahorro.
Sus reliquias se conservan en Venecia, después de algunos periplos.
Es uno de los 14 Santos Auxiliadores, parece que Bárbara se invoca contra las fiebres y la muerte súbita, aunque no le veo la relación, la verdad, pero es que a mí me cuesta entender montones de cosas.
Se suele decir que los cristianos se acuerdan de la Santa cuando truena.
Patrona: de innumerables ciudades y regiones, tanto en Occidente como en Oriente.
De todo lo relacionado con las explosiones y rayos y truenos, y centellas.
De la Armas de Artillería de casi todos los ejércitos, incluso de algunos países musulmanes.
El depósito de armas y explosivos se llama santabárbara.
De los mineros, que utilizan la pólvora para su trabajo, creo que no así de los pirotécnicos valencianos.
Los mineros asturleoneses tienen un himno: ‘Santa Bárbara bendita’
En España hay hasta cervecerías con su nombre.
Electricistas, feriantes, fundidores, canteros