San Lorenzo (10-08-2020)


Laurentius, Lauren, Loren o Lorenzo nació hacia el 225 en Osca, Hispania Tarraconensis, lo que ahora se llama Huesca, en España.

Hijo de Orencio y Paciencia recibió de sus padres una sólida educación cristiana, no se tienen más noticias de su infancia y adolescencia, hasta que San Sixto II se lo lleva con él.

Murió el 10 de agosto del 258 en Roma.

Debo aclarar que aunque muchos españoles creen que San Lorenzo es de El Escorial, no es así.

De la misma manera los argentinos piensan que San Lorenzo es de Almagro, pero también se equivocan, aunque el propio Papa Francisco sea hincha forofo de un club de fútbol argentino que así se llama y que también tiene otro hincha furibundo, el actor Viggo Mortensen.

No, San Lorenzo, aunque sea de Roma, porque allí murió, nació como hemos dicho en la Hispania Tarraconensis, en Osca, actualmente llamada Huesca.

No se sabe mucho de su infancia, salvo que sus padres, San Orencio y Santa Paciencia, lo educaron en la fe verdadera. Que sus padres fueran santos ya no puedo garantizar que sea por méritos propios dado que no he encontrado información, o por una cuestión de genética santa inversa…

San Sixto viajó por Hispania y conoció a dos primitos, Lorenzo y Vicente, tan virtuosos y de excelentes cualidades que quedó tan ‘prendado de ellos’ que se los llevó con él a Roma. Es evidente que nos referimos a sus cualidades morales y no a su palmito, que tampoco estaba mal.

Vicente se volvió, pero Lorenzo quedó unido a Sixto y cuando fue nombrado Papa, nombró a Lorenzo archidiácono, al frente de los 7 diáconos de Roma que eran de su confianza.

En aquellos años el Emperador Filipo y su hijo, junior, se convirtieron al cristianismo y sin grandes ostentaciones favorecían a los cristianos. En las fiestas del milenario de la fundación de Roma, discretamente se honraba a Cristo con grandes espectáculos y despliegue de diversiones. Vamos como se hubiera hecho con los dioses paganos de toda la vida pero sin degustación de cristianos en el circo.

Una revuelta en las Galias llevó a Decio, el general más valioso, a sofocarla.

Lo hizo y el propio Filipo se acercó a honrarle y felicitarle a Verona, y el taimado Decio, ensoberbecido, embriagado de sí mismo y de algo que se hubiera tomado, entró en la tienda de Filipo y se lo cargó.

Consiguió convencer y/o sobornar a sus legiones, las de Filipo, para que se unieran a él y así se presentó en Roma diciendo que lo había hecho para acabar con esos traidores a los antiguos dioses, los cristianos. Así que leña al mono: todo aquel que se declare cristiano se le envía en un chárter a los cielos.

Bueno, eso a los pobres y pringaos, a los cristianos nobles se les confiscaban sus bienes y se les enviaba al exilio. Siempre ha habido clases, todo Dios lo sabe.

Filipo Jr, mosqueado por si a Decio se le ocurría darle un tratamiento similar a su padre, decidió poner tierra de por medio y un poquito de mar, que cuanto más mejor, y donó todos los tesoros imperiales de su padre y suyos, menos las imprescindibles joyas de bolsillo para gastos, a San Sixto II, que ya era Papa, y éste se los entregó a Lorenzo para que los administrara. Confianza total en la pareja.

Decio, por cierto era Decio el Joven, no nos confundamos, empezó enseguida a indagar dónde podía estar el tesoro de los Filipos, que no es como ahora que los tesoros de los reyes y presidentes se guardan en paraísos fiscales, en aquella época, a más de moneda de curso corriente, denarios, sextercios, etc, se llevaba mucho lo del oro, joyas, gemas, otras bagatelas y telas lujosas.

Al no encontrar nada mandó prender a San Sixto para llevarle a prisión y sacarle con buenas palabras y razonamientos, dónde estaban los tesoros: “Si me dices dónde están los tesoros, te ahorras un montón de suplicios…, duelen te lo advierto”, “Hacemos una cosa, te voy diciendo sitios y tú me contestas ´caliente, caliente, o frío, frío´ y nadie puede decir que eres un nenaza…” “Mira que si no, vas a estar tú caliente, caliente hasta que te fría…”

Aquí se produce el constatado diálogo entre Sixto y Loren: “Padre, ¿dónde vas sin tu hijo? ¿Te he ofendido en algo? ¿Me consideras indigno?”

“Ni te abandono ni trato de prescindir de tus servicios? Tranqui, que en 3 días nos volvemos a juntar…”, se refería al Cielo, claro.

Después de decirle esto, le hizo depositario de todos los tesoros de la Iglesia y le ordenó que los distribuyera entre los templos y los necesitados.

Y así lo hizo, con diligencia, pero llegó a los oídos de Decio que Loren era el que manejaba los cuartos y lo mandó encarcelar para ver cómo le tiraban de la lengua, pero el tormento no iba por ahí… 

Después de unas vicisitudes en las que hizo algunos milagros, como curar a ciegos, o sanar a una mujer que le dolía la cabeza con sólo darle unos masajes en la susodicha, se encontró con más conversos a los que bautizó y la cárcel perdió un poco su aquel de sitio fétido lleno de malotes.

Por otra parte a San Sixto II le mandaron con Dios con un martirio exprés, unos dicen que decapitado, otros que crucificado. Me inclino a pensar que decapitado porque fue en un arrebato de Decio y me hago cruces de que montaran así, en un pis pas, todo ese belén de las cruces.

Mandaron traer a Loren y le conminó a que le entregara los tesoros de la Iglesia y nuestro santo, que tenía los arrestos bien puestos, por el momento, le pidió a Decio 3 días para poder entregárselos. Éste aceptó el plazo, relamiéndose de avaricia.

Reunió a todos los pobres, lisiados, mendigos, huérfanos, viudas, ancianos, mutilados, ciegos y leprosos que él ayudaba, a los ricos y nobles les dio permiso porque tampoco aportaban nada.

“Aquí tienes los tesoros, son auténticos”

Decio dio orden de comenzar a azotar a Lorenzo con escorpiones, unos garfios de hierro que desgarraban la carne, y con látigos guarnecido de trozos de plomo, al pobre Lorenzo no le escatimaban atenciones.

No comentan nada los diferentes hagiógrafos de la suerte que corrió esa caterva de cristianos, supongo que les darían una rápida muerte aunque no figuran en la lista de mártires.

Pensando que ya era hora, exclamó Lorenzo: “¡Señor Jesucristo, recibe mi alma!” y todos los presentes pudieron oír una voz que dijo: “Todavía te queda mucho por sufrir”

¡Caray con el Señor y sus voces…! 

Cosas de Él, ya visteis lo que hizo con su propio Hijo.

Decio se cansó de contemporizar y le hizo desnudar y poner sobre una cama de hierro, una parrilla donde le acostaron poniendo bajo ella montones de brasas, que llegaban a abrasar sus carnes, como debe ser.

Lorenzo se había venido arriba pensando en que estaba a punto de ascender a lo más alto y le espetó a Decio: “Pobre hombre, de este lado ya estoy asado, di a tus esbirros que me den la vuelta y corta un trozo de mi carne, que ya está a punto”.

Dando gracias a Dios por todas las mercedes, sic, entregó su espíritu al Señor.

Se cuenta que entre los tesoros de la Iglesia estaba el Santo Grial que Lorenzo envió a familiares suyos en Huesca para que lo custodiaran, junto con una carta y un inventario. Durante siglos estuvo perdido y fue localizado y recuperado por el obispo Acilso y llevado a los Pirineos para ponerlo a salvo de los musulmanes en el 711.

Los restos de Lorenzo fueron recuperados y enterrados convenientemente.

Después de San Pedro y San Pablo es el santo más importante de la Iglesia, por el ejemplo de su entereza ante un martirio tan atroz y llevado con tanto sentido del humor.

Hay reliquias variadas, la cabeza quemada se conserva en el Vaticano.

También hay varias reliquias en el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, entre ellas estuvieron la cabeza de San Lorenzo, aunque no hay constancia de que fuera bicéfalo, su pie derecho, varios de sus huesos y restos del lienzo en que fue envuelto y de la parrilla donde fue martirizado.

Milagros hizo muchos, aunque sólo con lo suyo ya le vale.

Es el único con el título de Archidiácono, que tampoco sé explicaros muy bien de qué va.

Algo que sólo se le concedió a este Santo era celebrar las vigilias el día anterior.

Consistía en que se reunían en las Iglesias los fieles con sus mujeres e hijas y para calentarse encendían luminarias dentro y tanto se calentaban que se daban casos de fornicación, adulterios y violaciones por lo que la Iglesia decidió cambiar esto por un ayuno, cada uno en su casa y Dios en la de todos.

Patrón: Infinidad de ciudades en España, América y Europa.

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